Y allí
estaba yo mientras llovían balas de todos lados. Y mi única obsesión era llegar
al final del pasillo para proteger lo más valioso de aquel lugar. Ella.
Y allí
estaba yo delante de aquella maldita puerta que por más que empujara no cedía.
Dentro se escuchaban gritos de pavor y alguien pidiendo ayuda. La voz dulce y
aterciopelada, aun gritando, era inconfundible. Era ella.
Y allí
estaba yo echando la puerta abajo y mirando a los ojos a la única persona por
la que sería capaz de dar mi vida. Le agarré la mano y le juré por lo más
sagrado que saldría de allí con vida. Sonrió y supe que todo saldría bien,
incluso para ella.
Y allí
estaba yo en el cementerio viendo un ataúd entrando en su nicho. Acompañado
únicamente por una persona. Ella.
Y allí
estaba yo siendo un espectro al lado de lo único que me importaba en mi antigua
vida. Ella.
Relato seleccionado para su publicación en el III certamen literario Ediciones Negras.
https://edicionesnegras.wordpress.com/2019/03/18/susurros-iii/
Ilustración de Joseph Xavier Boniface, 1861
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