Hay demonios interiores que te obligan a hacer determinadas cosas y demonios exteriores, también llamados amigos, que no te obligan a nada pero te incitan a hacer locuras. Aquí está la mía

martes, 12 de marzo de 2019

Un fallo lo tiene cualquiera


Salí de mi casa con mi magnífica “chupa” de cuero, mis botas negras tachonadas y mis pantalones roídos. Había gastado medio bote de gomina para poder poner todos mis pelos de punta ordenados en pequeños mechones. Me encantaba ese mundo. Me encanta la estética punk.
Mientras caminaba para salir a la gran avenida, que comunicaba la ciudad de norte a sur, me crucé con mi queridísimo amigo Juan. Pero algo no debía de ir bien. Vestía un pantalón de pana beige con una camisa salmón. Sobre sus hombros descansaba un suéter gris con las mangas anudadas a la altura del pecho. Llevaba mocasines y el peinado, con la raya a la izquierda, parecía habérselo hecho con el lametón de una vaca.

—¿Dónde vas así vestido? —preguntó.

—Te iba a decir lo mismo —contesté mirándolo a los ojos, y ahí fue cuando me percaté de mi error. Tenía los ojos azules.

—Perdona. Me he equivocado de universo. —Y con paso firme y contrariado di media vuelta. Y es que un fallo lo tiene cualquiera.

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