Mientras soplaba las velas mi hijo me miraba asombrado. Las
contó de nuevo mientras la cera corría por ellas. Me miró y no tardó mucho en
hablar.
—Papá tienes treinta y cuatro.
—Sí, los acabo de cumplir.
Por un instante estuve tentado de reñirle pero decidí
recomponerme y darle una lección.
—Ya hijo pero verás. —Hice una pausa teatral—. Aunque no lo
parezca soy joven, y en esta vida es más importante ser que parecer.
—¿Y eso que significa?
—¿Pues tú que quieres parecer rico o ser rico?
—Ser rico.
—¿Y parecer bueno o ser bueno?
—Ser bueno.
—Ves, es mejor ser que parecer.
—Vale.
Tras decir eso se dio la vuelta y se fue a por un juguete o
a por un trozo de tarta, realmente no lo sé. En ese momento solo tenía mis ojos
en un sitio, en el reflejo de una ventana tratando de ver esas malditas canas.
Buena reflexión si señor :)
ResponderEliminar