Mi enemigo por fin vencido. Delante de mí. Caído, fulminado por un rayo.
¡Aleluya!
¿Y ahora qué hago? No tengo contra quien luchar. Nadie que me pueda hacer sombra.
¿Aleluya?
La soledad no muere y nunca me dejara solo. Contra ella voy a luchar.
Aleluya.
¿Por fin te dejas volver a ver? ¡Aleluya!
ResponderEliminarY mientras tanto probablemente te encuentres con nuevos enemigos.
ResponderEliminarMientras haya contra qué luchar (incluyendo uno mismo, porque eso es en el fondo la soledad) podremos hacernos más fuertes, tendremos un objetivo.
Con la soledad no se puede, por eso es necesario buscar nuevos enemigos...
ResponderEliminarLa soledad es una puñetera, por lo menos nos queda el consuelo de que no tiene a nadie...
ResponderEliminarVuelve ¿no?
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